“La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes”, John Lennon.
¿Cómo empezó esto? ¿Cómo es que se formó este grupo de personas? No estaría mal decir que simplemente pasó; sin que nadie lo planeara se creó un grupo de amigos que, a pesar de ciertos altibajos y peleas, cada día es más fuerte.
Sin embrago, todo se fue gestando de a poco. Probablemente lo más acertado sería intentar definir el inicio. Corría el año 2006, más precisamente fines de aquel año, cuando nuestro nunca bien estimado Valentin (de novio por aquellos años) decidió que quería pasar aquel verano en la ciudad de Punta del Este, Uruguay. Siendo hijo único, esta decisión cuasi-unilateral no tardó en materializarse, con lo que el grupo contaba con una vivienda en el Este.
Con la generosidad que hoy todavía lo caracteriza (aún cuando a veces cobra deudas prescriptas o en otras monedas), Valentin invitó a un gran número de integrantes del equipo a hospedarse en su casa. Entre ellos estuvieron: Ernesto (quien si bien tenía instalaciones propias algo alejadas, se instaló en lo de Zubieta), Bartolomé (hoy capitán del equipo). Lucas Ramos, como primo y hermano de facto de Valentin estaba instalado en la misma casa con su familia, donde también estuvieron algunos días los Riveros (ver aparte Mechi Riveros). Por otro lado, quien les escribe, estaba hospedado con su familia y recibió a Mateo Bosch algunos días.
Probablemente hay algún nombre que se me está pasando por alto, como por ejemplo Federico Moscatelli, quien no recuerdo si estuvo ese verano o no, o algún otro integrante del equipo actual. (Mosca edit: ¡HDP, obvio que estaba!)
Lo cierto es que por aquellos días, este grupo de jóvenes fue encontrando el gusto del agite. Tal así, que fue en los pagos uruguayos donde nuestro actual capitán consolidó una amistad hoy indiscutida: el alcohol.
Recordar episodios de ese verano no es sólo tedioso, sino también difícil. De todos modos, haciendo un esfuerzo, hay una anécdota que no puedo dejar de nombrar.
Estaba parte del grupo sentado en La Barra, eje de la noche esteña (algo así como el “Alem” de los marplatenses), cuando el Bocha, atento a su condición de “pichón” pidió no tomar más cerveza, al menos no como fondos blancos. Ante la crítica de sus compañeros, no tuvo más remedio que seguir con la ingesta cuando ¡ZAZ! El vómito salió despedido de su boca aterrizando en el buzo del Pupi (buzo prestado, por supuesto), y salpicando al resto que no dudaron en insultar al responsable. (Mosca edit: Ah, claro, te acordás de la anécdota pero te olvidas quién recibió el caldo del Bocha, ¡yo!).
Obviamente, ese verano hubieron miles de anécdotas, y cada uno la conoce. Lo importante es que ese verano algo empezó…