Es bien sabido que la fama y el éxito son difíciles de llevar, y más aun si uno esta mal acompañado. Los jugadores descansistas hacen lo posible por esquivar a los fotógrafos y mantener un bajo perfil. Saben que para rendir dentro de la cancha deben tener sus asuntos en orden.
El mundo del fútbol conoce (?) al gran Tin Herrera, el riguroso lateral derecho de la naranja. Huevo, disciplina y altruismo eran los pilares fundamentales de un jugador ejemplar, pero quienes siguen su carrera sabrán que el 2013 fue un año lleno de contratiempos. Las constantes lesiones (ver la nota anterior) y crecientes ausencias (viajes, eventos, etc) dejaron al lateral con un excedente de tiempo que hace mucho no tenía. Pasaban los días y comenzaba a acostumbrarse a la vida que le proponían los enemigos del futbol. Sus salidas habían arrancado en la clandestinidad, pero cada vez se preocupaba menos en esconder sus andanzas. Empezaban a filtrarse fotos junto al denominado “Grupo Clandestino”, la asociación ilícita que atenta el rendimiento del equipo. Los excesos estaban a la orden del día, la fama le abría todas las puertas, y el Tin, por el momento, la manejaba bien.
Fue quizás en un casamiento al que asistió el plantel donde quedó en evidencia el estado de desborde que vivía el Tin, y justamente allí fue donde al lateral le fallaron los flaps en pleno vuelo y tuvo que recurrir a un accidentado aterrizaje de emergencia. La colisión hizo sonar la alarma al resto del plantel, que creía que esta nueva vida era un poco más rescatada. Lamentablemente, la caja negra no fue encontrada esa noche y pasarían algunos meses hasta que lo fuera.