martes, 14 de diciembre de 2010

MANUAL DEL NÚMERO 10

¿Para cuándo este festejo Pupa?
El siguiente Manual está escrito, esencialmente, para la actual posición número 10, o enganche. Es decir, el medio centro ofensivo. De todos modos, muchas de las premisas aplican tanto para el antiguo número 10 (volante por izquierda pero el más hábil del equipo) o media punta.

No olvidar nunca el objetivo del 10. Y ese objetivo es ni más ni menos que organizar el juego del equipo. A partir de conocer el objetivo, se abre un abanico de formas y de posibilidades de llevarlo a cabo, dependiendo de las circunstancias del partido. La posesión de la pelota por parte del equipo es clave. También es clave verticalizar la jugada en algún momento del partido, producir el famoso desequilibrio. Como tal, entonces, se puede decir que el objetivo del enganche es organizar juego a partir de la posesión de la pelota y de decidir cuándo hay que verticalizar.
 
La mejor forma de jugar de frente es saber jugar de espaldas. ¿Cómo es esto? Simple. Para herir al rival hay que tener un panorama completo de la cancha, de los posibles huecos y de la ubicación de los compañeros. Esto debe hacerse independientemente de que uno se encuentre de frente o de espaldas al arco. Va más allá de eso. Se puede estar de frente y tener un panorama muy acotado, o estar de espaldas y saber que dando el pase correcto se genera el espacio para atacar. Pero en definitiva, una vez que uno trabaja y ejercita la habilidad de ampliar el mapa del campo de juego, luego tiene que intentar minimizar el tiempo en el que no cuenta con tal privilegio. La forma es, precisamente, saber jugar de espaldas. ¿Qué implica jugar de espaldas? Dos cosas fundamentales: 1- Saber darse vuelta al recibir el pase; 2- Saber tocar de primera. Estas dos cosas se deben trabajar a morir. No se concibe en el número 10 que no sepa jugar de primera. No se concibe en el número 10 que le tiemblen las patitas si está de espaldas. Contar con estos dos recursos permite lo obvio: me doy vuelta para encarar de frente la jugada si no tengo la marca inmediatamente atrás, o toco de primera si mi rival está muy encima mío.

Cuatro formas de ser vertical: gambeta, pared, pase en profundidad y tiro de media distancia. Claro, no se trata de descubrir la pólvora, sino más bien de facilitar la cuestión acerca de los recursos que tiene el enganche, siendo la combinación de éstos el elemento esencial para desequilibrar a partir del engaño. De la gambeta no hay mucho para decir. Sí lo hay de la pared: tocar e ir a buscar es la base del fútbol, es la base de la apertura de espacios. Los pases en profundidad no sólo abarcan el clásico pase bochinesco o riquelmiano, sino también la famosa picada: hundir el pie en la pelota para tirar aquel pelotazo (en diagonal) que pasa a los defensores y que baja rápido. Sobre los tiros de media distancia, más que nunca la forma de desarrollar esta habilidad reside en la práctica: pum, pum, pum. Bomba, bomba, bomba. Como mínimo, resulta imprescindible hacer dos de estas formas de ser vertical de manera notable. Elegilas vos: gambeta y pared, pared y pase, gambeta y tiro, etc. Pero contar con dos de esos recursos en forma natural resulta esencial para poder jugar de enganche. Con tres, sos un gran jugador. Con cuatro, sos un crack, un elegido.

Jugar horizontal para ser vertical. Es mentira que la típica jugada del 10 es recibir la pelota, inflar el pechito, levantar la cabecita y meter ese pase gol displicente, como un mariquita. Si estás buscando eso, te va a salir todo mal. Siempre. El 10 debe leer el partido y entender que la mejor forma de ser vertical es jugando horizontal: tiqui para acá, tiqui para allá, no se puede por acá y entonces vuelvo a empezar; tiqui para acá, veo un espacio y zas.. verticalizo. Como todo en la vida, las situaciones no se fuerzan. Eso no quiere decir no arriesgar. Pero forzar jugadas es jugar mal, es es-forzarse al pedo.

Desmarcarse, desmarcarse y desmarcarse. Le come el cerebro al rival. Lo agota, lo cansa. Y si se cansa, no marca a tiempo. Y si no marca a tiempo, tengo espacios. Y si tengo espacios, verticalizo. Y si verticalizo, genero jugadas de gol. Y si genero jugadas de gol, tengo más chances de concretar. Y si me sigo desmarcando, le genero impotencia a mi rival. Y si lo hago, el partido es mío. El jugador número 10 no es pecho frío por no tirarse a los pies. El jugador número 10 es pecho frío si no utiliza sus energías para desmarcarse.

Llegar al área. Como mínimo, hay que pisar entre 8 y 10 veces el área rival. No importa que el delantero se vaya mano a mano, o que la jugada no parezca tan limpia como para acompañar. Siempre hay que llegar al área porque la posibilidad de rebote está latente. Y si existe rebote, hay que estar preparado para llegar (lo más importante) de frente (importante también) a la jugada. Llegá al área rival. Pisala. Vas a tener dos o tres jugadas de gol adicional por partido. Seis o siete corridas al pedo y en dos o tres te premia Dios.

El arte de la alegría. Al fútbol se lo juega con alegría, pero si sos enganche, más aun. No es casual que esta falta de alegría se note más en el enganche que en cualquier otro jugador. Ver a Román Riquelme enojado es sinónimo de que no se va a ver un buen partido de su equipo. El fútbol es arte y para ser un buen artista hay que estar inspirado. Para estar inspirado hay que sentir alegría. A veces el día no ayuda, claro, y es por eso que tener las anteriores premisas en mente sirven para generarla, para no caer en el pechofriismo y, sobre todas las cosas, para disfrutar el partido.