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Promedio de Martín: 0.5 - Promedio del Tor: 0.4 (ahí nomas) |
Hay formas y formas de jugar como 9 o centrodelantero. Hay ejemplos y ejemplos de casos exitosos, cada uno con su recetita. De todos modos, una serie de consideraciones debería de tener en cuenta:
Tirar diagonales. Es el concepto de juego esencial de cualquier delantero, independientemente del sector en el que juegue. No existe forma más eficiente de generar espacios que tirando diagonales. Pero claro, hacerlo implica a veces correr “al pedo”, porque el lanzador de mi equipo finalmente no la pasó o porque se la pasó a otro jugador. Mentiras. Te llegue o no la pelota, las diagonales rompen esquemas, al exigir a la defensa rival cruzar defensores (por ejemplo, que el 4 o el 2 se tiren a la izquierda para seguirme) y generar un hueco que puede ser aprovechado por un compañero, al entrar picando al vacío. Si los defensores rivales no se cruzan (hacen marca en zona), los mismos deberán estar muy aceitados para cambiar la marca al instante (me estaba marcando el 2 o el 4, hago la diagonal y ahora me marca el 6). Es peligro de gol tuyo o es peligro de gol a favor del equipo. Pero tirar diagonales. Tirar diagonales. Tirar diagonales. Abre espacios y mata mentalmente al rival.
Tirar diagonales. Es el concepto de juego esencial de cualquier delantero, independientemente del sector en el que juegue. No existe forma más eficiente de generar espacios que tirando diagonales. Pero claro, hacerlo implica a veces correr “al pedo”, porque el lanzador de mi equipo finalmente no la pasó o porque se la pasó a otro jugador. Mentiras. Te llegue o no la pelota, las diagonales rompen esquemas, al exigir a la defensa rival cruzar defensores (por ejemplo, que el 4 o el 2 se tiren a la izquierda para seguirme) y generar un hueco que puede ser aprovechado por un compañero, al entrar picando al vacío. Si los defensores rivales no se cruzan (hacen marca en zona), los mismos deberán estar muy aceitados para cambiar la marca al instante (me estaba marcando el 2 o el 4, hago la diagonal y ahora me marca el 6). Es peligro de gol tuyo o es peligro de gol a favor del equipo. Pero tirar diagonales. Tirar diagonales. Tirar diagonales. Abre espacios y mata mentalmente al rival.
Pegarle con las dos. Hacé la listita de los mejores delanteros de la historia del fútbol y se te hará muy difícil encontrar uno que no le pegara con las dos piernas. Cuando era chico y mi viejo me veía jugar, insistía e insistía con que le tenía que pegar de zurda (soy diestro), al punto tal de que sólo festejaba los goles que metía de zurda. Si un burro como yo pudo hacerlo, entonces todos pueden. No concibo un 9 que no le pegue con las dos piernas. Es práctica, sólo práctica. Al arco con una, al arco con la otra, y así. Varias veces a la semana. Los primeros 1.200 tiros serán horribles, un desastre. Es ahí cuando más vas a aprender. Al arco con una, al arco con la otra. Pegarle con la zurda no es sólo contar con el doble de recursos. Es más que eso. Manejar los dos perfiles es darle espacio a una de las bases de éste y de todos los deportes: el engaño. Hoy te encaro por acá, mañana por allá; te la tiré para adelante y le sacudí al arco, sin ponerme a pensar que tenía que ir para tal lado porque le pego mejor con tal pierna. Andá a sacar del medio.
Una, una y una. Relacionado con esto de engañar a mis rivales, suele discutirse qué debe hacer un 9 en determinadas jugadas. ¿Tenía que ser egoísta y darle al arco de una? ¿Tenía que rebotar con quien viniera de frente? ¿O tenía que parar la bocha y encarar al defensor? Bueno, yo tengo una reglita que me enseñó un DT hace mucho tiempo: una, una y una. Así de simple. En la primera me perfilo y le doy desde donde esté. A la segunda, la paso (y eventualmente me vuelvo a desmarcar para una devolución). A la tercera, voy directo al defensor para encararlo. Una cuota de egoísmo y otra de altruismo. Pero hay que engañar: volver loco al que me marque, que nunca sepa qué voy a hacer en la próxima jugada. Una, una y una. Una regla que, a la larga, no falla.
Generar “el segundo de más”. Es ese segundo que los buenos jugadores tienen y los malos no. No es casualidad. De ningún modo es casualidad. La razón estriba en la forma en la que paran la pelota (que queda “lista” para ser dirigida al arco) o eventualmente en que se animan a pegarle de primera si tienen para hacerlo (va al arco o a la tribuna). Hay que saber parar la pelota y ganar ese segundo de más. El mejor ejercicio que conozco es el siguiente: el delantero se para en una zona del área (supongamos, en un cuadrado de 3 mts x 3 mts a la altura del tiro penal); dos jugadores se ponen en los costados, uno de cada lado, como para tirar centros (supongamos, a la altura del vértice del área). De allí, se le tira una pelota al delantero (por arriba, al pecho o por abajo), quien tiene que definir en no más de dos toques. Es decir, o le doy de primera (volea, cabeza o lo que fuere) o la paro y le doy. Pero rápido. Y así, 10, 20, 30, 40 veces. Y así también se varía: la paro de pecho y le doy, la paro de muslo y le doy, la paro con borde interno y le doy…
Goles vs golazos. Este es, quizás, el punto más propio y personal. Por ende, es el más difícil de hablar sobre alguna receta. A todos nos gusta meter goles picándosela al arquero pero quiero pensar que antes que eso a todos nos gusta meter goles. Ergo, creo que el golazo debería ser el segundo de la cuenta personal, no el primero. Antes que nada, asegurar que convertí. Después, veo si puedo lucirme. Pero hay que meter 1, 2, 3, mil goles por partido. Todos los que se puedan. De todos modos, repito: es muy personal, y a alguno le es más cómodo darle suave a un palo que patear una bomba al bulto. No obstante, y en definitiva, empezando por cumplir los anteriores conceptos más un poco de suerte, se pueden generar tantas jugadas de gol que habrá para hacer definiciones de todos los colores.
Una, una y una. Relacionado con esto de engañar a mis rivales, suele discutirse qué debe hacer un 9 en determinadas jugadas. ¿Tenía que ser egoísta y darle al arco de una? ¿Tenía que rebotar con quien viniera de frente? ¿O tenía que parar la bocha y encarar al defensor? Bueno, yo tengo una reglita que me enseñó un DT hace mucho tiempo: una, una y una. Así de simple. En la primera me perfilo y le doy desde donde esté. A la segunda, la paso (y eventualmente me vuelvo a desmarcar para una devolución). A la tercera, voy directo al defensor para encararlo. Una cuota de egoísmo y otra de altruismo. Pero hay que engañar: volver loco al que me marque, que nunca sepa qué voy a hacer en la próxima jugada. Una, una y una. Una regla que, a la larga, no falla.
Generar “el segundo de más”. Es ese segundo que los buenos jugadores tienen y los malos no. No es casualidad. De ningún modo es casualidad. La razón estriba en la forma en la que paran la pelota (que queda “lista” para ser dirigida al arco) o eventualmente en que se animan a pegarle de primera si tienen para hacerlo (va al arco o a la tribuna). Hay que saber parar la pelota y ganar ese segundo de más. El mejor ejercicio que conozco es el siguiente: el delantero se para en una zona del área (supongamos, en un cuadrado de 3 mts x 3 mts a la altura del tiro penal); dos jugadores se ponen en los costados, uno de cada lado, como para tirar centros (supongamos, a la altura del vértice del área). De allí, se le tira una pelota al delantero (por arriba, al pecho o por abajo), quien tiene que definir en no más de dos toques. Es decir, o le doy de primera (volea, cabeza o lo que fuere) o la paro y le doy. Pero rápido. Y así, 10, 20, 30, 40 veces. Y así también se varía: la paro de pecho y le doy, la paro de muslo y le doy, la paro con borde interno y le doy…
Goles vs golazos. Este es, quizás, el punto más propio y personal. Por ende, es el más difícil de hablar sobre alguna receta. A todos nos gusta meter goles picándosela al arquero pero quiero pensar que antes que eso a todos nos gusta meter goles. Ergo, creo que el golazo debería ser el segundo de la cuenta personal, no el primero. Antes que nada, asegurar que convertí. Después, veo si puedo lucirme. Pero hay que meter 1, 2, 3, mil goles por partido. Todos los que se puedan. De todos modos, repito: es muy personal, y a alguno le es más cómodo darle suave a un palo que patear una bomba al bulto. No obstante, y en definitiva, empezando por cumplir los anteriores conceptos más un poco de suerte, se pueden generar tantas jugadas de gol que habrá para hacer definiciones de todos los colores.